(Laster euskaraz)
De Stintino a Olbia, descubriendo la costa norte de Cerdeña.
La mejor forma de recorrer esta parte de la isla es olvidarse del paso del tiempo, desconectar y descubrir con todos los sentidos lo que se nos abre a nuestro paso, para ello, disponer de algún medio de transporte propio nos dará la oportunidad de “perdernos” por sus caminos en busca de pequeños pueblos, calas y playas, sin ningún tipo de prisa.
Se nos abre ante nuestros ojos una sucesión de paisajes naturales, llenos de vegetación típica mediterránea, con el Quercus suber (alcornoque) como protagonista principal, rocas de granito modeladas por el viento y espléndidas playas de fina y blanca arena.
En la zona norte encontramos, de oeste a este, la Costa Paradiso y la Costa Esmeralda, dos joyas naturales, con numerosos acantilados de color rojo transformados por el viento en interesantes esculturas, con vistas a las cristalinas aguas del mar, calas escondidas de arena blanca y fina, sin pasar por alto los numerosos restos arqueológicos que nos indican que en esta isla surgió la Cultura Nurágica, cuyas torres son unánimemente consideradas como los monumentos megalíticos más grandes y mejor conservados de Europa, son monumentos únicos en el mundo que sirven de testimonio de una cultura antigua y misteriosa, que va del siglo XV al VI a.C.
Si nuestra visita a la isla no coincide con la época estival tendremos la oportunidad de fotografiar la costa a nuestro antojo, a nuestra entera disposición, disfrutando de la paz y tranquilidad que nos brinda el momento elegido para ello.
Es una isla con una gran riqueza natural que también hace las delicias de los-as senderistas que se internan en sus montes, cañones, gargantas, lagos… pero, sobre eso os contaría mas si no me gustase tanto la costa como me gusta.
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